Por fin hoy he comenzado las clases. Composición de lugar:
Ø Dieciocho adolescentes de 3ºESO
(alguno con hasta 2 añitos de desfase curricular) con unas costumbres muy
arraigadas: hacer corrillos mientras explica el profesor, pinchar al
compañero que, crispado, suelta algún improperio a viva voz en mitad de la
clase, desorden generalizado, etc…
Ø y yo, profe en prácticas, que
vengo de nuevas a reestructurarles el aula (creo que más de uno se acordó de mi
madre).
Por más que intenté explicarles el porqué de esos cambios,
aún tuve que lidiar con un “insurgente”, que se negaba en rotundo a atender mis
peticiones…..¡madre mía en la que me he metido con tanta innovación!
Poder apaciguar sus ánimos (los del insurgente) me ha llevado
unos 5 minutos. A la tercera va la vencida y por fin accedió a mis deseos, no
sin antes demostrar por activa y por pasiva su disconformidad ante estos cambios
y la falta de comprensión de los motivos que provocaban los mismos.
Una vez superado esto, he de reconocer que todo ha ido rodado:
la clase ha sido totalmente participativa. Mi presentación de la unidad
didáctica ha consistido en una serie de preguntas dirigidas a hacer resurgir
sus ideas previas sobre los temas que se iban a tratar y parece que todos
tenían algo que decir, alguna aportación interesante.
Muchos levantaban la mano, pidiendo permiso para responder, otros
directamente lanzaban sus respuestas en voz alta y otros, lamentablemente,
permanecían en silencio observándome (pienso que ajenos a todo lo que estábamos
hablando, oían pero no escuchaban). Tendré qué centrar más mis esfuerzos en
estos últimos con la intención de atraerlos y llevarlos a buen puerto.
La próxima clase con ellos es el viernes, ya os contaré….
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